miércoles, 27 de abril de 2022

Ausente, pero no.

 

No entro mucho por aquí aunque lo estético sea estar presente en redes. Y lo que sucede en realidad es que los días pasan rapidísimo y no da tiempo para contar lo que han dado de sí las horas sin sacrificar otros tiempos importantes.  Parece que no estoy, pero sí. Solo que en otro lugar.   

Los grupos de madres (los reales y virtuales) echan humo. Las madres hablan, comparten, se preguntan unas a otras. Van bajando el ritmo hacia el final del año dos, cuando empiezan a buscar cole. Es entonces que da la impresión de que todo se pone en su sitio (y cuando la mayoría de ellas está ya encaminando el segundo…).

Me ocupo de contestar a las dudas, de escribir mails, mandar fotos y recursos. Voy a las casas de las madres e intentando no invadir sus vidas, llevo un bolsito a lo Mary Poppins para ofrecer confort y sosiego. Doy abrazos, río… alguna vez acompaño el llanto tragando saliva para no llorar también.

Acompaño postpartos, relactaciones y destetes. Embarazos difíciles con situaciones complejas. Embarazos felices. Crianzas gozosas. Otras solitarias y cuántas, mal acompañadas. A veces estoy de testigo mudo cuando todo se va a la porra y sale la sombra del divorcio o la separación, tiempo después.

Intento guardar en mi memoria los nombres de todas, de sus hijos, de sus situaciones. Apunto e invento códigos para recordar, cuando hablamos por privado, algo de sus vidas.

De vez en cuando hago “match de madres”. Por zonas, por afinidad, por lugares de procedencia o por situaciones similares. Pongo en contacto a una con otra como una verdadera “celestina” maternal porque así a lo mejor salen al parque a pasear y a compartir su camino maternando. Me repito a diario “dos madres son un grupo” y sé con certeza que los grupos salvan vidas.

Un día estuve allí hace muchos años. Con mi carrito enorme haciendo juego con mi soledad. Y entonces, compartir esos pasos difíciles fue más llevadero. Así: entre mamás.

Rumbo a los 13 años... 

 



jueves, 25 de febrero de 2021

Quince

 


A las 16:05 nacía. Se la llevaron corriendo porque no respiraba, no tenía tono. La vi dos segundos; fugaz, como un pez en la pescadería: gris y flácida. No nos dejaron tomar fotos, literalmente: “por si acaso”. Por si acaso qué? Pensé que estaba muerta y esa sensación no se me olvidará nunca. La intubaron… lloró.  Entonces el alma también volvió a mi cuerpo y ya no solté más a mi hija.

Podría hablar de lo difícil que fue el postparto, la lactancia complicada, la soledad que sentí… pero echando la vista atrás, quince años después, me doy cuenta de que no cambiaría ni una coma de esta historia.

Aquellos tiempos oscuros dejaron un sol brillante. Sofía, maravillosa Sofía. Y todo lo bueno que ella trajo. Romperme. Reconstruirme. Ofrecer lo que sé. El activismo. Las hermosas y grandes amistades que a lo largo de estos años han surgido. Entremamás.

Sofía, sabiduría. Me dijo con tres años que ella no era un bichito de luz sino una persona. Soy una madre terrible… lo sé. Pero seguro sería peor si ella no hubiera nacido así, si todo esto no hubiera pasado. Porque ella despertó en mí la consciencia, la solidaridad con otras madres, el amor por la infancia.

Brindo por mi hija hermosa: Mi mediana. Mi niña arcoíris.  La adolescente que todos quisieran tener en su casa. Llena de luz, de energía. Creativa, amante de las cosas bonitas, excelente alumna y compañera. Amada hermana, sobrina y nieta. Querida por todos, siempre. Quien la conoce sabe que no miento.  Es un tesoro tenerla; un placer abrazarla, aunque sea ya más alta que yo.  Buena como un pan.

Brindo por ti hijita. Por cómo cambiaste mi vida. Por todo lo que nos has dado a tantas: Porque Entremamás existe. Felices Quince años y Gracias. Te amo.

Ausente, pero no.

  No entro mucho por aquí aunque lo estético sea estar presente en redes. Y lo que sucede en realidad es que los días pasan rapidísimo y no ...